martes, 25 de noviembre de 2008

Desde Lima ... gris ...

Hola a tod@s,

ya hace tres semanas que estoy en Lima, y he decido que es el momento de soltaros otra parrafada de lo que aquí me acontece.

Si amigos, tres semanas intensas en las que he tenido tiempo de asimilar esta megalópolis (en la medida en que en tres semanas se puede asimilar algo tan grande y sucio). Os informo que en Lima hay como 11 millones de almas y que si bien no está llena de matices, si tiene diferentes tonos de gris.

Cada día voy y vengo del trabajo en taxi. Llegar al trabajo me cuesta 5 Soles por la mañana y 7 por la noche. Para aclarar diré que 1 € son poco más de 4 Soles, aunque si restamos las comisiones y el "te lo cambio por 3,6 porque me sale de los….", se queda algo más rebajadito. A pesar de todo se me hace bastante barato, sobre todo por la variedad de vivencias que te aporta.

Por ejemplo: en tres semanas, o sea, en 30 trayectos hotel-trabajo trabajo-hotel, creo que ningún taxi me ha llevado por la misma ruta. Todo un record si tenemos en cuenta que el trayecto no suele durar más de 15 o 20 minutos. Creo que durante este tiempo, y en lo que al espacio entre Miraflores y El Surquillo se refiere, me he recorrido todas las callejuelas, calles, avenidas, cruces y pistas rápidas que hay (Vía Expresa es como la llaman aquí, y es como la M-30, pero en gris) y he sido testigo de la mayoría de las atrocidades conduccionales de las que se puede ser testigo y vivir para contarlo (aunque de esto no estoy tan seguro, cuando crees que estás vacunado contra todo, llega alguien y te pone los pelos lisos, y eso es mucho decir para alguien como yo).

En teoría esto significa que estoy conociendo perfectamente la zona, aunque a efectos prácticos más bien significa que a día de hoy no tengo ni pajolera idea de cómo llegar al trabajo.

Sé que alguno de vosotros estará pensando - te están haciendo la k-Rojo gañán, te llevan de paseo para que la carrera les sea más rentable, parece mentira, ¡que eso también lo saben hacer en España! - Pues no, aquí no hay taxímetros, y el precio de la carrera lo negocias antes de subirte al taxi, en una especie de regateo en el que si no llegas a un acuerdo, no tienen ningún inconveniente en subir a otra persona al coche para rentabilizar. En principio no es algo que me parezca mal, aunque tengo que decir que a mí nunca me ha pasado (a la inversa sí, pero esa es otra historia).

Otro punto impagable es la sorpresa, esa emoción que te lleva a preguntarte cada vez ¿Qué especie de tostadora con ruedas a manos de que personaje me llevará hoy? Para ilustrar esto, otro ejemplo: Taxi Hyundai modelo Carraca Oxidada (hay que tener en cuenta que el 99 % del parque de taxis de Lima es de este modelo, o primo suyo) con al menos 500.000 Km por las calles con más agujeros que he visto en mi vida, de color blanco excepto la aleta delantera derecha, que es color indefinible oscuro, tuneao con lucecitas azules parpadeantes alrededor de la matrícula trasera (yo diría que uno de cada tres taxis tienen puesto el complemento), que en vez de claxon emite un solo de trompeta de Louis Armstrong (recordad que aquí el claxon es tan importante o más que el freno), que huele a desguace que apesta y con su correspondiente taxista escuchando y tarareando "esos ojitos negros" del Dúo Dinámico a todo volumen. Es algo para lo que no hay dinero.

Otra cosa sorprendente de los Limeños es que no tienen ningún inconveniente en mangarle un Sol a su propia madre, imaginaros a un extranjero (no me mal interpretéis porque no quiero decir con esto que TODOS los Limeños sean unos ladrones, solo que en su cultura no está tan mal visto como en la nuestra). Transcribo la conversación que tuve con una dependienta de un McDonald's:

Yo: ¿Me da un helado de 1 Sol de nata y chocolate?

Dependienta: Si, son 2 Soles.

Yo: Pero si en ese cartel pone que 1 Sol.

Dependienta: Ah, ¿pero que solo querías uno?

Yo: Si, de nata y chocolate

Dependienta: ¿de qué sabor?



Todo esto sin parpadear. Es solo un ejemplo ilustrativo, digamos que me han clavado varias veces.

Por cierto, atendiendo a peticiones populares remito adjunta una foto del edificio de Telefónica de El Surquillo, donde trabajo. Es curioso porque como en Lima prácticamente están en primavera todo el año (bueno, primavera primavera no será, pero las temperaturas son bastante cálidas) los edificios generalmente no están tan bien aislados como en España, de hecho no hay aislamiento de ningún tipo, así que los pasillos interiores son exteriores (si, están en la calle) y los cubículos donde nos tienen afinados prácticamente también están en la calle. La foto está tomada desde el pasillo donde está mi cubículo y puede verse el conocido como "callejón de las 7 puñaladas", la verdad, no sé el porque de ese nombre.


(Pincha para ver mas grande)

Para que no penséis que todo es malo por aquí (nada más lejos de la realidad) diré que… bueno, quizás en la siguiente carta.

Un abrazo muy fuerte.

Luisfer

P.D: Prometo que en próximas entregas enviaré más fotos.

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