miércoles, 8 de octubre de 2008

Amar hasta la muerte

Un hombre de cierta edad vino a la clínica donde trabajo, para curarse una herida en la mano. Tenía bastante prisa y mientras lo atendía le pregunté sobre el motivo de su urgencia.

Me aclaró que tenía que ir a una residencia de ancianos para desayunar con su mujer que vivía allí.

Llevaba algún tiempo en ese lugar y sufría de la enfermedad de Alzheimer. Mientras terminaba de vendar la herida, le pregunté si ella se alarmaría en caso de que él llegara tarde esa mañana.

- No, me dijo, ella ya no sabe quién soy. Hace ya casi cinco años que no me reconoce.

- Entonces, le pregunté extrañado, ¿y si ya no sabe quién es usted, por qué esa necesidad ir todas las mañanas y de llegar tan puntual?

Me sonrió, y dándome una palmadita en la mano, me dijo: «Ella no sabe quién soy yo, pero yo todavía sé muy bien quién es ella».

Tuve que contener las lágrimas, y mientras salía pensé: «Ésa es la clase de amor que quiero para mi vida; el verdadero amor no se reduce a lo físico o romántico, el verdadero amor, es la aceptación de todo lo que el otro verdaderamente es, de lo que ha sido, de lo que será, y de lo que ya nunca podrá ser».

Gema Pérez Fernández

4 comentarios:

Guío dijo...

.....algún día espero encontrar alguien así... :-) Beso.

Anónimo dijo...

mu bonito tio talken!
es grande cuando se quiere a alguien así. Y si es correspondido ya tiene que ser la leche, no? jajajaja

Talken dijo...

Si ... es la leche ...

Anónimo dijo...

el amor es un columpio, siempre hacen falta, al menos, dos