viernes, 23 de diciembre de 2011

La soledad, la amargura y la desazón

Hoy me he despertado sobre las 04 de la madrugada con el corazón a mil por hora. Las sensaciones que he vivido no se las deseo a nadie, una desazón, amargura y una sensación de soledad que me ha costado un buen rato disimular para poder volverme a dormir. Y lo he conseguido, pero a duras penas ...

Ha sido sólo un sueño, si, pero qué puto sueño ...

De lo que recuerdo a lo que fue sólo me quedo con unos trazos de la historia, y lo que si que tengo es encarnado en el alma lo que sentí en esos momentos, angustiosos de verdad.

Sólo somos dos protagonistas, mi hermano y yo, el mediano, según dicen. Íbamos por un barrio, como derruido, como de posguerra, en invierno, con frío, un día gris típico de invierno, muy gris, y nevando. E íbamos hablando, tranquilamente, pero buscábamos algo, no se si comida, bebida, algo, no tengo ni idea del qué ... Y entramos en una casa, en un portal forzando la puerta, pero entramos, y entramos en un piso, era una casa grande, como las del barrio de Salamanca, de suelo de madera ... con muchas habitaciones, y grande, muy grande ... Todo marcha despacio, como a cámara lenta hasta que entramos en una habitación donde hay dos niños, y yo les meto un susto de muerte, de pronto nos damos cuenta que hemos entrado en una casa habitada, parece que esa no era el plan, y todo se acelera, y nos encerramos en una habitación con terraza que da a un parquecillo para ver como salir, y salimos a la terraza, y vemos como intentan derrumbar la puerta de la habitación y oímos gritos, no se muy bien de quien y nos empieza a entrar un nerviosismo y lo que reconozco como miedo, ese miedo que crece cuando crees que te vas a pelear, pero más visceral ... como bien lees, no se expresarlo ... lo siento ...

Y entonces pasa, sin que pueda hacer nada, sin que pueda decir nada, veo a mi hermano saltar del balcón, al vacío, y le veo caer, como un saco, y troncharse la espalda contra el tronco de un árbol que hay justo debajo del balcón, y luego cae en la nieve, rompiéndose el cuello y dando un grito sordo, un grito que he escuchado otras veces, lo reconocería dentro de un millón de gritos... y yo, mientras le veo caer, sin poder hacer nada, le grito "TE QUIERO", algo, que creo que no le he dicho muchas veces, más bien pocas, sintiendo que sería lo último que escucharía en su vida...

 ... y me despierto ... empapado ... muerto de miedo ... muerto de angustia ... y solo, muy solo ... 

Y repito, la sensación que todavía me embarga no la puedo ni expresar ni explicar, pero quiero que quede aquí reflejado lo poco y mal que me se expresar. Y tengo un nudo en la garganta cuando vuelvo a recordar eso, y se me encogen las tripas y el corazón una vez más, con un sentimiento que creía haber olvidado ...


 Hermano, luego te llamo, necesito escuchar tu voz ... aunque se que estás bien ... lo necesito ...

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